sábado, 10 de abril de 2010

Grados de transparencia: La presencia consciente del mundo



“Todo visible emerge de un invisible…el mago primordial sin forma y que no se ve… ¿Transparente? Lo invisible puede pensarse como lo inmaterial transparente, no perceptible, no iluminado, caído fuera del campo de la escópica individual o lo que, estando dentro de ese campo, no accede a un nivel de interés o de resolución y no es visto porque es temido por su exceso de presión –visión y se lo elude y niega hasta la ceguera psíquica.”

Gastón Breyer (2005, 386)



El presente trabajo surge de la sutil observación de luz y sus efectos sobre el material, fijándose en definir las relaciones de significados en torno a ‘lo traslúcido’, en torno a las figuras intermedias, bordes difusos y ambigüedad de contorno y forma. En este territorio el desconcierto, se transforma en una herramienta; en el construir una estructura de incertidumbre e irrealidad sobre lo que se ve, Es necesario entonces, buscar el punto donde lo transparente (lo que creemos visto) deviene traslúcido. Como apunta Vattimo, entender lo traslúcido como una forma intencional de mirada y por lo demás necesaria en un contexto donde todo parece ser trasparente y asequible. .Llevar lo visto a una nebulosa que permita no ver la totalidad de las cosas, huyendo así de lo que ya estamos saturados. Imágenes.

La imagen intima se democratiza. La obscenidad comienza cuando ya no hay espectáculo ni escena, ni ilusión cuando todo se hace inmediatamente transparente y visible cuando todo queda sometido a la inexorable luz de la información. Todo se hace más visible que lo visible, ya no hay secreto, todo es soluble a la información.

Así una imagen cualquiera es despojada de toda forma y contorno definido, pierde su misión. la traslucidez la remite a un estado de borrosidad , la perdida de la claridad y se transforma en proceso de ocultamiento de la realidad . Y en relación a lo afirmado anteriormente es intencional derivar este proceso de traslucidez a una forma intencional de comunicación, una situación en donde sea preciso buscar una imagen que acallar, que nos permita llevarla al silencio, un silencio intencionado que se haga imagen borrosa , que interpele, que induzca en él observador la necesidad de detenerse a observar y comprender la imagen expuesta bajo el velo. La mirada es un nacimiento al conocer y el comprender el entorno y más allá, pero la mirada cansada, saturada, y por lo demás desinteresa causa la falta de fe en el mundo, provoca de manera permitida un sin sabor de lo real. Buscamos entonces, recuperar el valor de la mirada, su estado de alumbramiento del mundo, evitar esa mirada sin meta, que recorre pero no ve, que atraviesa los objetos como si fuesen transparentes. Un juego entre el velar y develar, entre la luz y la transparencia, entre el ver y el comprender.

La esperma es el captor: de un instante, un suceso, la imagen. El instante presente desde su condición periférica en lo cotidiano, su omnipresencia en todo el conjunto social-diario inicia esta triada desde su propia existencia biológica, desde su organicidad temporal, es ejemplo del paso del tiempo, del ritmo orgánico subyacente del mundo, este cuerpo vegetal fruto de su propio ciclo vital es congelado a la mirada como metáfora de nosotrosmismos y nuestro ritmo somático, que es vuelto al silencio. El suceso, el agua en tanto su transparencia inicial: la nitidez del inicio del mundo. Y a su vez tenemos el agua en torno a su simbolismo como dador de vida “Como los asvinos ligados a Pûshan, dios de la vida, “dador de riquezas”, “masa divina”, que se concentran en la figura femenina de Sarasvati, diosa de las aguas madres, dadora de vida y de posteridad.” El agua da inicio, corta y recomienza el mundo como en las figuras del diluvio, el agua es comienzo y fin de una forma de estar en el mundo, de comprender lo real. El agua se presenta entonces como nexo, flujo poderoso que posibilita el movimiento de las partes, su huella impuesta y capturada en la esperma caliente se confunde en un estado inicial por su nitidez pero luego es retirada solo queda el espacio vacio, no podemos capturar más que su rastro, La imagen esta misma planta en su estado cotidiano dentro de un macetero, asentamiento humano de su cuerpo, este cuerpo que ya ha sido olvidado en la vorágine contemporánea es fotografiado y masificado en una copia digital, multiplicado e impreso 90 veces, su serialidad provoca un vaciamiento de lo que es, ser la imagen de algo, pierde el vinculo al ser la copia del acopia, es agotada y se pierde .









La figura del velo



Sobre la supuesta tumba de Isis, ubicada cerca de Menfis, se erigía una estatua cubierta de un velo negro. En la base de la estatua, aparecía grabada la siguiente inscripción: “Soy todo lo que fue [QUID FUIT], todo lo que es [QUID EST] y todo lo que será [QUID ERIT] y mi velo jamás fue corrido por ningún mortal”. Bajo dicho velo, se esconden todos los misterios y conocimientos del pasado…. El destape del velo de Isis representa la revelación de la luz y el correr el velo de Isis significa convertirse en inmortal. La figura de la inmortalidad que otorga el velo nos habla de ese conocimiento tedioso, no temer a la muerte, el tedio de la eternidad y lo conocido. El velo es entonces un momento humano, el conocimiento limitado, la incertidumbre de la vida y el temor a la muerte.

Velar con esperma de vela resulta envolvente, un círculo entre sus significantes-significados, que fortalecen nuestra cuestión, volveremos de forma inversa: la vela, consta en si misma una historia de significación su relación intrínseca de luz, ser desde la antigüedad la vela que alumbra que enciende el conocimiento es de manera tangible despojada de su hilo, su constitución es descompuesta para funcionar de forma inversa, la vela es despojada de su pabilo y derretida, vuelve al “agua” de la transparencia al ser liquida y luego en su nueva función es vaciada a su nuevo contenedor: nuestro soporte, al solidificarse vela el contenido oculto, cubre con esperma la imagen que acallar.

La esperma, proveniente de griego Spermatikos, entendida por los paganos, como el logo spermatiko (destello de verdad) del arquetipo solar de Osiris-Dionisio, quedaba por decirlo de algún modo, plenificado, librado de errores, depurado y realizado en la tierra con Jesucristo crucificado en Jerusalén.

Jesucristo es “Sol” de justicia, la “luz” del mundo. Así como el esquema de la ascensión se opone punto por punto, en sus desarrollos simbólicos, al de la caída, de igual modo los símbolos tenebrosos se oponen a los de la luz. La luz nos lleva a las alturas, elevación imaginaria hacia lo resplandeciente que no da verdaderas sombras. Así se nos presenta aquí como eje de nuestra significante el reinicio a la lectura del mundo, la luz como hacedor de conocimiento, fuente e inicio del todo. Se nos sitúa como el hacedor de la obra, objetos contenedores de instancias ocultas se someten a la luz cegadora y configuran el momento epifanico, la búsqueda del conocimiento desde la nevada, desde la borrosidad a la lectura, hacia la mirada y la comprensión.

El sol y la luz como un inicio al entendimiento. Este Dios tan íntimamente compenetrado con el mundo es fuego o aire encendido; en tanto Él es el principio que controla el universo, es llamado Logos; y en cuanto Él es el germen del que se desarrolla todo lo demás, es llamado Logos seminal (logos spermatikos). Las velas son un sacramental utilizado en la liturgia y en la religiosidad popular, son un signo de la luz que disipa las tinieblas. La vela es un símbolo de Dios, el dador de vida y la luz del mundo. Por otro lado la esperma seminal, siendo expulsada da inicio a la vida. Entendiendo de este modo que lo que esta ocultando, tapando, debe ser expulsado, para así, en un reinicio casi orgánico, dar una relectura al mundo, a sus imágenes y sus instancias.

Este entrecruzamiento de las visiones tanto de la esperma como la luz, nos dirige al entendimiento del proceso, el circulo entre el velar – develar, se ha constituido en una intencionalidad de la mirada en el dejar ver, pero un ver que cambia, que es nuevo, luego de ser obstaculizado, la mirada se re-inicia, y consigo la estimulación de otras posibilidades de lectura.





El agua misma, cuya intención primaria parece lavar, se invierte bajo el empuje de las constelaciones nocturnas de la imaginación […]al mismo tiempo que el agua pierde su nitidez, se “espesa”, ofrece a la mirada todas las variaciones del purpura, como los tornasoles y reflejos de seda cambiante[…]En efecto, ese tornasol de la sustancia profunda se encuentra en las leyendas hindúes, egipcias o aztecas. Es el velo de Isis, el velo de maya, que simboliza la inagotable materialidad de la naturaleza” Gilbert Duran (2004; 229-30)





Del agua y su transparencia, la presencia consciente del mundo, se construye una nebulosa de la realidad, es tapada al límite del ocultamiento, el velo, es construido, tejido por la tejedora, no nace de la nada, pero esconde la naturaleza a la razón. Al velar, la borrosidad paradojalmente sugiere otras lecturas de lo visto, detiene y cautiva. Y recobra la implícita potencialidad de la mirada y se afirma la viabilidad de lo que estaba siendo invisible. Quien mira, toma la iniciativa, domina la situación, se hace consciente, se sitúa en la realidad.















































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