Lo traslúcido es por definición una cualidad del objeto la cual depende de su comportamiento en relación a la luz, hablamos entonces del objeto u sustancia que permite traspasar la luz parcialmente a su través otorgándole a su entorno una característica de borrosidad y perdida de contorno provoca la perdida de nitidez de la imagen o de lo real.
Es necesario comprender la manifestación global de la luz, tanto de forma física-óptica como biológica, la percepción de la luz y la generación de imágenes, para así comprender en su totalidad a qué nos referimos con ‘traslúcido’.
En primer lugar es necesario ver la composición básica de la luz. El punto de vista actual, es aceptar el hecho de que la luz tiene una doble naturaleza que explica de forma diferente los fenómenos de la propagación de la luz y de la interacción de la luz y la materia. En este sentido, bajo los distintos comportamientos que podemos encontrar obtenemos tres elementos fundamentales: cuerpo transparente, cuerpo opaco y cuerpo traslúcido. El primero, cuerpo transparente, es aquel cuerpo que deja pasar la luz a través de su masa y permite ver los objetos a través de él. El segundo, cuerpo opaco, es aquel que no deja pasar luz, por el contrario, la absorbe o refleja. El tercero, cuerpo traslúcido, es el que permite el paso de la luz pero en su proceso no permite identificar claramente los objetos que están detrás de él. Cabe señalar que las variaciones entre uno y otro tipo de cuerpo dependerán no solo de la estructura interna de ellas, sino que, en algunos casos, del espesor de los objetos o sustancias.
En segundo lugar es preciso entender cómo el ojo, el aparato óptico, permite aprovechar la energía luminosa y trasforma en energía nerviosa originando un impulso nervioso, el cual a través de un conductor adecuado el nervio óptico, llegará al cerebro quien será el encargada de generar la imagen. En particular, la coroides, que es una membrana pigmentada, absorbe el exceso de luz evitando la formación de imágenes borrosas.
En esta descripción hay que tener en cuenta que los medios que permiten la entrada de los rayos luminosos al ojo, para que el proceso de ver sea consumado, son transparentes: el humor acuoso, el cristalino y el humor vítreo. Esta constatación pone de manifiesto que la percepción de la luz depende de la materialidad que atraviesa y las características de ésta. Por tanto, aún en el órgano constructor de la imagen, las bases del comportamiento de la luz se cumplen.
Volviendo al tema en cuestión, podemos definir la transparencia como la capacidad del objeto para dejar pasar la luz a su través. Consecuentemente, la característica de lo traslúcido radica en el paso parcial de ella, pero con la particularidad de remitir a los objetos adyacentes a un estado de borrosidad, a una pérdida de claridad, y a una ambigüedad de contorno y forma. La transparencia disminuye la luminosidad del objeto debido a que tiene que reflejar menos luz, ya que la transmite.
En tanto el problema del traslucir radique en el fenómeno de la luz y en su naturaleza electromagnética, las partículas de luz viajarán dependiendo del medio y la resistencia que éste les ponga. Entonces, si el material no trastorna ese campo, la partícula de luz pasará de largo y el cuerpo será transparente, pero esta materia como tal no existe, todo de alguna manera interviene en el campo del fotón, (partícula de luz), por tanto lo transparente es traslúcido. Si las moléculas de algo vibran con el fotón hay resonancia y cuando esta se produce, el material absorbe el fotón y no hay transparencia, entonces la variación de cantidad de esta resonancia determinara el nivel de transparencia/traslucidez del objeto.
Un ejemplo de esto lo constituyen los vidrios, que están formados por moléculas que resuenan con facilidad a frecuencias mayores al espectro visible, como la luz ultravioleta, la cual absorben. Por consecuencia, si el hombre viera con luz ultravioleta, los vidrios serían opacos como cualquier otro material, por ejemplo, el concreto.
En definitiva, la idea de la transparencia será una acepción relativa, en relación, a qué situación de luz es transparente y a qué grado de absorción de ella permite el objeto, antes de devenir traslúcido.
Esta cualidad deriva en una pérdida de la capacidad comunicativa de las imágenes, o por lo menos una alteración de la información entregada: la traslucidez es, por tanto, un estado de incertidumbre matérico y a su vez provoca una intencionalidad de percibir lo que la mirada intuye que se encuentra subyacente a esta cualidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario